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Cuerpos homoeróticos

Una cuestión que quería tratar es qué convierte un cuerpo atractivo de un actor en un “cuerpo homoerótico” en la ficción cinematogáfica. Igual es hablar un poco del sexo de los ángeles porque lo que estoy viendo en los cuestionarios es que para muchos de vosotros no hay diferencia: si en una película sale Brad Pitt, o Steve McQueen, o alguien que nos guste, veremos un aspecto homoerótico y punto. Aquí, como siempre, trato de complicar un poco la cuestión.

Yo diría que hay películas que nos invitan a mirar el cuerpo masculino como objeto del deseo a través de decisiones de trama o puesta en escena, y lo hacen explícitamente.

(Dejo para otro momento el tratamiento del cuerpo femenino como objeto homoerótico (lésbico), aunque si me podéis dar ideas sobre cómo aproximarse al tema os lo agradeceré: según lo veo es un tema diferente debido a la asimetría entre la representación del cuerpo erótico masculino y las tradiciones iconográficas en torno al cuerpo femenino. El cuerpo femenino desnudo, incluso en escenas lésbicas, tiende a ser efecto de una mirada hetero que se consideraba opresiva. Me pregunto, por ejemplo, si las lesbianas pueden “reapropiarse” estas cosas o el hecho de que se trate de imágenes opresivas impide que se consideren “correctas”).

La invitación a convertir el cuerpo masculino en objeto se hace a nivel narrativo o simplemente a nivel visual. El ejemplo que siempre pongo en clase es Picnic, una película en apariencia muy heterosexual. Pero en los cincuenta había pocas películas que construyeran el cuerpo masculino como objeto del deseo de una manera tan machacona. Jope, si parece que el William Holden no puede esperar a despojarse de la camisa. Lo hace a la menor ocasión. Y los guionistas han imaginado toda una gama de ellas, incluyendo sesión de trampolín seguida de ducha. Y cuando él se la deja puesta porque tiene frío el pobre, RAAAAS, allá va Rosalind Russell y se la arranca. Es la camisa menos permanente de la historia del cine. La desnudez masculina tendía a connotar poder, fuerza, testosterona. Aquí (como en Un tranvía llamado deseo) connotaba atractivo sexual. Y esto se refuerza en la trama: mujeres de todas las generaciones, desde la anciana Mrs Potts, la Rosalind Russell, la madre, Kim Novak y la hermana adolescente, TODAS (y yo creo que un poquito Cliff Robertson también) no hacen más que mirar y mirar y mirar la musculatura de William Holden (¿o seré yo?)Pero por supuesto no es el único modo de hablar de homoerotismo. Hay aspectos que tienen que ver con como se posiciona el cuerpo, cómo se recrea la cámara. Esto no sucede en TODAS las películas de Steve McQueen o Brad Pitt. Hay que disponer el cuerpo de una manera concreta, ofrecerlo a la mirada, como un gesto que va más allá de la necesidad narrativa. El plano de arriba de Querelle, por ejemplo, creo que no lo exige la historia. Se dirige a una mirada de deseo. Brad Davis es el objeto más homoeróticamente hermoso que ha habido o habrá en una pantalla 😉
(Otra idea aquí: ¿Hay bellezas que son esencialmente homo? Lo digo porque no conozco rapsodias de mujeres heterosexuales en torno a gente como Brad Davis. Tienden a preferir a chavales insuslsos como Orlando Bloom, que no es nada homoerótico, creo. Estaría bien tener opiniones al respecto).
La idea aquí es que planos que traten el cuerpo como un objeto de contemplación no salen por casualidad. Hace falta que alguien los estructure, que la luz venga a resaltar los encantos de uno. De hecho, en parte lo del homoerotismo es cuestión de luces… Como prueba, aquí hay una imagen de Sebastiane, de Jarman, que se apropia para una mirada homosexual toda una iconografía (que para algunos SIEMPRE ha sido homoerótica), algo que también se reproduce en la trama.


La tercera idea que se me ocurre es la de por qué hablamos de “homoerotismo” cuando deberíamos hablar simplemente de “objetos del deseo”. Después de todo, en el primer ejemplo, el cuerpo es observado dentro de la narrativa por mujeres, no por otros hombres. Esto es una cuestión que siempre me ha interesado, pero no tengo una buena respuesta. Al igual que en un post anterior me preguntaba por la existencia de iconos masculinos para las lesbianas, estaría bien tener comentarios al respecto: ¿existe una tradición femenina heterosexual de mirar el cuerpo masculino? (una matización: hablo de las décadas anteriores a los años noventa del siglo pasado: entonces se produce un cambio que habría que pensar por separado). Supongo que tiene que ver con que los directores suelen ser hombres y también con que culturalmente a la mujer heterosexual no se le ha alentado a mirar el cuerpo. No es que no lo haga, es que se ha creado toda una mitología de negatividad al respecto. De momento, constatar que dos de las películas de este post son de directores gays. En cuanto a Picnic, en realidad la estructura mencionada es idea del dramaturgo gay William Inge.

18 thoughts on “Cuerpos homoeróticos”

  1. Un montón de ideas interesantes aquí. Muchas gracias. De momento intento extender la discusión. En algún caso, si veo que no puedo resumir, haré un post más largo. Iré un poco por orden, aunque la distinción de serafín me parece muy productiva, así que la iré aplicando a discreción.Pon, me solidarizo especialmente con lo de Burt Lancaster (a mí Gregory Peck siempre me ha parecido de la escuela Charlton Heston, demasiado de una pieza, sin ironía, un poco pasmarote), que está algo olvidado. Aquí habría que aplicar algo que viene en el mensaje de Serafín. Hay una diferencia entre (homo)erotismo dentro de la trama y lo que tú comentas, es decir, simplemente mirar a hombres atractivos. Con la excepción de Duelo al sol, Peck rara vez es erótico, homo o hetero, en términos narrativos. Yo añadiría un tercer nivel: cuando ambas cosas suceden. Es decir, el espectador mira al hombre y el hombre funciona como objeto del deseo dentro de la película (el ejemplo de Picnic). Esta relación intensa se refuerza cuando corren rumores sobre vidas privadas. Creo que para las lesbianas esto es lo que sucedió exactamente con Jodie Foster y Kelly MacGillis en Accused (¿Acusados?), pero es el tipo de relación más fructífero, más intenso.Me interesa que hayas mencionado Centauros del desierto, porque es algo que últimamente noto bastante pero no acaba de entrar en los libros. Es decir, existen artículos sobre el potencial homoerótico de, digamos, Montgomery Clift, pero poco sobre westerns con la excepción de Red River. Alguien más en este blog dijo lo que tú, que todos los westerns tenían un lado erótico (que dadas las limitadas ocasiones para heterosexualidad era necesariamente homoerótico). Yo acabo de pasar por una fase Peckinpah (super misógino) y veo esto. Incluso en My Darling Clementine. Pero planteo una pregunta en plan abogado del diablo: ¿son TODAS las relaciones de amistad entre hombres “homoeróticas”? Finalmente, sobre la idea de que el erotismo es universal. Yo tiendo a pensar que en general no lo es. Pero probablemente es una idea muy específica que tendremos que desarrollar en otro sitio. Está marcado por la época, para empezar. Lo que era erótico en la era del cuplé ya no lo es. Y los iconos gays en plan efébico de los setenta no triunfarían en el ambiente de hoy. Y a las niñas gustan chicos que no gustan a los niños. Lo que quiero decir es que según la posición de género/tiempo en la que nos situemos, eso moldea tu gusto. Creo que la distinción “homo/hetero” es relevante aquí. No te digo, por ejemplo, que en la vida real Gregory Peck no me ponga, pero en el cine creo que la imagen que proyecta está ajustada a una mirada femenina de su tiempo. Por no hablar de que hay repertorios de imaginería que funcionan diferente en la historia de deseos femeninos que masculinos. Por eso puse Querelle como ejemplo extremo: reproduce unos modelos de deseo que son propios de una cultura gay. Lo cual no quiere decir, por insistir en el argumento, que si ves a Brad Davis por la calle no te ponga. Hay algo más que cuerpos en bruto: hay narrativas, repertorios culturales, puesta en escena, identidades históricas (el feminismo por ejemplo creo que dio lugar a que las mujeres fantasearan con iconos distintos, liberando también sus imaginaciones). Y por supuesto imaginación subjetiva, personal e intransferible (y, sí, aquí todos somos iguales). Una pregunta que recorre estos posts (y para mí es una pregunta crucial que no creo que tenga una buena respuesta) es hasta qué punto los deseos personales pueden analizarse y sistematizarse culturalmente. Es posible que no, o que poco, o que sí. El psicoanálisis por ejemplo cree que sí. Esto se aplica a muchos de vuestros ejemplos. Jean Paul Belmondo en Al final de la escapada. Sí, me pone. ¿Aparece como objeto erótico? Definitivamente. ¿Aparece como objeto homoerótico? Creo que no. Godard no tiene una mirada homoerótica. Sobre el comentario de nevermore!: sí, evidentemente, en sentido estricto, homoerotismo son dos chicos o dos chicas en actitud homoerótica. Pero lo que se ve en el resto de los comentarios es que todos, homos y heteros, queremos ir más allá y vemos erotismo, o incluso homoerotismo, en otras situaciones. Por otra parte la imagen de dos chicas en actitudes sexuales ha sido tan utilizada por una mirada masculina hetero que me preguntaba en el post hasta qué punto es inmediatamente asumible como homoerótica. Lo que cuentas sobre Brad Davis. Estoy en principio conforme que el morbo del actor consiste en parte en que se presenta como producto de fantasías estereotípicas gays. Pero también juegas a cástings y aquí surge una idea interesante: ¿Brad Davis en Amor sin fin? ¿Algún director de cásting hubiera contado con una cosa así? Amor sin fin era una película de Orlando Bloom todo lo más (aunque, sinceramente, creo que hasta ese papel le vendría grande…). Recientemente vi a Brad Davis en la serie de TV raíces. Aquí todavía no era Querelle, ni siquiera Billy Hayes. Incluso aquí ves a alguien que transmite una calidez que va más allá del papel. Si me dices que esto es un espejismo que se debe a que yo tengo en la cabeza a Querelle y a Billy Hayes, tendré que darte la razón. Pero me quedará la duda. Yo creo que Brad Davis transmite una energía sexual. Utilizar lo que un actor transmite de manera natural es el secreto de un buen cásting. En lugar de imaginar a Davis en Amor sin fin, sitúalo en Filadelfia (no es una idea demasiado excesiva: en Broadway hizo la obra de Larry Kramer A Normal Heart, sobre el sida). Y mira cómo hace la película más sexy y por lo tanto más problemática. Tom Hanks, según su propio comentario, estaba ahí porque al hacer de homosexual no constituía una amenaza. El sexo no está en su imagen. Con Brad Davis la película hubiera resultado menos asimilable para los heteros. Igual esto son cosas mías, pero me encanta jugar a cástings imaginarios. Qué hacen a las películas, cómo pueden cambiarlas, cómo fuerzan otras decisiones… Creo que la relación entre actor y película funciona en dos direcciones. James Stewart contribuye con su imagen a El hombre que mató a Liberty Valance, la película “refuerza” la imagen de James Stewart. Lo mismo con Centauros del desierto. Y con Tom Hanks.Por lo demás suscribo tus argumentos: la belleza “se construye como” homoerótica (y yo añadiría que además depende de la época y que siempre coexisten varios estereotipos de belleza homoerótica, como demuestra la gama de posibilidades del porno), no lo es “naturalmente”. Hay claves que tienen que ver con modelos o arquetipos. El sexo en estado puro es más central en la cultura gay que en la cultura de las mujeres hetero. Esto no quiere decir que tenga que serlo, simplemente que hasta muy recientemente era así. En Querelle el protagonista se construye cuidadosamente como un icono gay. Que funcione o no para ciertos espectadores, que adoptemos una posición más o menos crítica, es otra cuestión. También estoy de acuerdo con la distinción que estableces entre los hombres que gustan a las mujeres y los que gustan a otros hombres. Es algo que ya he integrado en mi respuesta a Pon. Supongo que esto cubre también lo que comenta Beto. Excepto lo que dices de Ben Hur: ¿estás haciendo una lectura camp? Es decir, ¿ves en el exceso de masculinidad una desmitificación de la masculinidad tradicional? Es cierto que así se han leído tantas películas sobre testosterona a raudales.Y por sacar algunas ideas más del post de serafin. Sí, yo creo que en el nivel narrativo puede haber enterradas experiencias gays disfrazadas de hetero. El caso de William Inge, dramaturgo que escribió Picnic, Esplendor en la hierba, Bus Stop y otras como Come Back Little Sheba o la película de Warren Beatty All that Fall, me parece tan interesante como el de Williams. ¿Es Blanche DuBois un travesti? No. Pero está claro que en este personaje Williams proyecta una actitud ambivalente frente a la sexualidad animal del hombre proletario hetero. Fascinación y cierto esnobismo. Son sentimientos más propios de un homosexual que de una mujer de 1947. El otro aspecto que pensaba desarrollar en otro lugar es el concepto de complicidad, que se sugiere en tu mensaje. Por esto me interesa, de nuevo, la cuestión de los rumores sobre vidas privadas que pueden afectar (o causar interferencias sobre) cualquier personaje interpretado por Monty Clift, Sal Mineo, James Dean, Rock Hudson, Tab Hunter, Jodie Foster, Kelly McGillis, etc.Parece que este tema nos motiva más a todos que lo de la mirada camp…Por cierto, Usuario Anónimo, recuérdame que te cuente cuando conocí a Daniel Craig… ;o)

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  2. Comprendo, un coqueteo de miradas entre personas del mismo sexo, un roce, unas palabras cargadas de simbología homosexual, juegos, fantasías que se evidencian, pero a lo que yo quiero llegar, es que hay un umbral que divide lo que es una realidad externa y evidente y una impresión o sensación personal. También hay que comprender que el erotismo significa una carga de sexualidad o amor sensual, entonces, ¿Es siempre la amistad algo homoerótico? puede serlo perfectamente a través del cristal del homosexual que está condicionado por su homosexualidad y en su imaginario puede llegar hasta límites insospechados independientemente de si esa amistad en realidad es erótica o no, ya que para que sea erótica necesitamos esa carga de sensualidad. Pienso que es algo muy personal, es el ejemplo de ver a dos chicos jugando a pelearse en bañador en la playa, a través del ojo de un homosexual que pudiera estar observándoles en su fantasía logra ver un homoerótismo, pero el erótismo entre esas dos personas no es algo real, es producto de la imaginación del observador. Pienso que no es objetivo etiquetar a una película de homoerótica por contener una escena como la que he citado, sencillamente porque entra en el terreno personal, en la subjetividad. Pero sí, si en realidad se manifiesta el deseo. Porque vamos si siempre vieramos la amistad como algo homoerótico, ya el siguiente paso sería ver homoerotismo entre hermanos o padre e hijo, que puede darse el caso, claro que sí, no es lo habitual, pero lo que quiero llegar a decir es que el afecto no necesariamente implica erotismo. Pero como todo, dependiendo de hasta donde llegue la fantasía de cada uno.En cuanto a mi citación sobre Brad davis y la película Amor sin fin, en realidad no he jugado a hacer castings imaginarios, ha sido la primera película que se me ha venido a la cabeza donde se ve claramente un erotismo rotundamente heterosexual, para sólo llegar a decir que posiblemente si Brad davis, no estuviera condicionado por su bisexualidad, y así como no hubiese representado en la escena papeles de homosexuales, por los que se ha popularizado masivamente, quizá no hubiese llegado a glorificarse como un mito homosexual. Si su carrera hubiese sido enfocada especificamente a un público más heterosexual, siendo además heterosexual, en películas en donde encarnara a heterosexuales la historia posiblemente hubiese cambiado. Podría ser un chico deseado por los homosexuales, pero como por ejemplo es deseado colin farrel, patrick swayze o ben affleck por los dos generos. Con todo esto quiero decir que pienso que no existen especificamente cuerpos homoeróticos, sino gente atractiva y objetos de deseo en general, que la atracción no está condicionada por nuestra sexualidad, que se trata de algo mucho más profundo en el que tienen que ver muchos factores personalísmos, como son la forma de ser o la cultura que has adquirido, que en los tiempos que corren tampoco pienso que la cultura condicione mayormente nuestros gustos, sencillamente porque la cultura hoy no está monopolizada, no es homogenea, sino que nos llega la cultura de todas partes, de una punta a otro del planeta, que nuestra personalidad ya no está moldeada por sistemas morales que nos condicionen soberanamente, sino que existe una indivualización del individuo, algo mucho más independiente que antaño. Nuestra sexualidad solamente condiciona que nos guste un genero especifico, no un cuerpo especifico, creo que esto es algo tan personal que no puede lograr sostenerse por ninguna teoría suficientemente objetiva. En cuanto a Filadelfia, se buscaba que el tema no se desviara por el atractivo del protagonista sino que el protagonista fuese la trama, por eso se escogió supongo a alguien tan poco atractivo, y en su momento tan glorificado como buen actor como Tom Hanks. Si el tema de la película, o uno de sus ingredientes picantes es la atracción sexual, se busca a alguien como Sharon stone en Instinto básico, que despierta esa sexualidad y se explota soberanamente. En instinto básico vemos el claro ejemplo de como una película es el resultado de la glorificación y de la etiquetación del artista, en este caso sharon stone, o el caso de Kim basinger en nueve semanas y media, se buscan cuerpos sexys para una explotación sexual. Pero de ahí a decir que un cuerpo es especificamente homoerótico o heteroerótico resulta demasiado subjetivo. Porque bien, has puesto el caso de Orlando bloom, que no encuentras nada homoerótico, yo pondría incluso el caso de Leonardo di caprio, que es más o menos la misma clase de chico dulzón, pero ahí tenemos las películas porno superventas dirigidas al publico homosexual como Bel ami, donde los muchachos son jovencitos y angelicales. Pienso que la dulzura en un rostro también despierta erotismo independientemente de la condición sexual.

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  3. Contestaba sobre todo la última pregunta que planteabas, ¿existe una tradición femenina de mirar el cuerpo masculino?, etc, sin buscar más connotaciones. En este sentido creo que funcionaban los westerns, convirtiendo a las espectadoras poco menos que en voyeurs autorizadas(hablo de los años 40 y 50). Estoy de acuerdo en que las pelis del oeste rebosaban de erotismo solapado, o no tanto, y aquí me voy a “Río sin retorno”, donde siendo la protagonista Marilyn Monroe, el señor Mitchum es mucho más erótico y sensual que ella. Puede ser también que lo de Marilyn fuera demasiado evidente. Y este es un hombre objeto de deseo dentro de la trama, o al menos que se convierte en el verdadero sujeto deseable de la película. Hace poco volví a ver “El buscavidas”, y comentaba con un amigo(que no es gay) que Paul Newman supura sexo por todas partes durante toda la cinta y las tomas de billar nos parecieron muy homoeróticas. Y no es una película en la que claramente Newman tenga un rol erótico ni sexy más allá de su belleza.Más que pensar que el erotismo es universal, que evidentemente no lo es y a la variedad humana me remito, pienso que los límites entre lo que es erótico para las heteros, los heteros, los homos y las lesbianas son muy leves;pienso que los prefijos han limitado siempre el reconocimiento propio como seres sexuales en un sentido muy amplio del término. El deseo es algo más profundo que la sexualidad establecida o real, es lo que tenemos en común todos.

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  4. El tema está animado. Tengo la sensación de que hay demasiada información y a veces, me pierdo; quizás también por mi carencia en cuanto a la visión y a la memoria de algunas películas que se han citado. En fin, se hará lo que se pueda.Empiezo con la pregunta que Alberto planteaba ayer en su post: ¿es el western potencialmente homoerótico? Lo primero que se me viene a la cabeza es pensar que todas las películas cuyas tramas se desarrollan en ambientes cargadamente masculinos, son homoeróticas. Por ejemplo, las películas de ambiente bélico, y las clásicas, en el imaginario colectivo de una generación de gays españoles (tipo Terenci Moix) pelis de romanos. En cuanto a las primeras, no recuerdo en especial ninguna que me haya llegado por su componente homoerótico (si exceptuamos Feliz Navidad, Mr Lawrence, que iba del tema, y Reflejos dorados de un ojo – o algo así- que también trataba el deseo homosexual reprimido con un Marlon Brando maduro y genial); pero de películas que no aborden el tema, sólo recuerdo algunas escenas aisladas de “De aquí a la eternidad”. Otro género muy masculino: las películas sobre la mafia, y en menor medida, la de gánsters; tampoco me resultan especialmente homoeróticas. Por lo tanto, mi primera intuición sobre que todas las películas de concentración testosterónica (valga el palabro) son homoeróticas, no tiene mucha base. Pero aún así, si pienso en las del oeste, dudo. ¿Y por qué? Tal vez sea porque las películas del oeste enseñaban mucho para un niño que no tenía la oportunidad de ver cuerpos masculinos desnudos o semidesnudos pero que tenía la necesidad de verlos: no sólo los indios, todos ellos morenos exóticos de estilizados y fibrosos torsos, sino también los mismos vaqueros, muchos de ellos deseando llegar a un río o a una pensión para darse un buen baño. Eso en cuanto a lo inmediatamente visual y físico. Pero creo que las películas del oeste contienen como característica propia del género un elemento que no lo tienen las películas bélicas, ni las romanas ni las de gánsters ni las de boxeo, que es el marco de libertad, al aire libre, en el que se mueven. Las películas del oeste son películas de horizontes despejados, de praderas, de cabalgar sin apenas un destino concreto, y sus personajes respiran esta libertad; frente a las películas cuarteleras en las que los personajes viven conforme a un código muy estricto –que a veces es el origen del conflicto- los personajes del western viven según sus deseos y sus inclinaciones inmediatas; ¿no es eso lo que desearíamos muchos gays? Las películas del oeste se sitúan fuera del armario; las bélicas y demás, dentro, muy dentro. Aunque esta reflexión creo que corresponde a un tío de cuarenta años, y que un chico gay de 20 posiblemente lo flipe; quizás él considere homoerótica la saga de La Guerra de las Galaxias, que al fin y al cabo, no es sino la modernización del concepto western. Otra cuestión que se plantea es la de ver si todas las relaciones de amistad entre hombres son homoeróticas. Yo creo que no, que evidentemente no. ¿Por qué? Pues porque se me viene a la cabeza la imagen de Andrés Pajares y Fernando Esteso, ya sé que es un ejemplo algo burdo, y no encuentro ahí nada homoerótico. Cambiemos de caras y de país; a mí, y subrayo lo de a mí, tampoco me resulta homoerótica la relación entre Paul Newman y Robert Reford en Dos hombres y un destino, creo, pero hace tiempo que la vi. Pienso que para que la relación de amistad entre dos hombres sea homoerótica tiene que haber, como en lo que comentábamos el otro día, una intención por parte del director o del guionista para que esto resulte así; quiero decir que el cine, como narración que es, obedece a unos planteamientos fijados de antemano, no es algo que se vaya improvisando; todo está muy pensado, muy escrito, muy elaborado. Si la intención del director es contarnos algo muy sutilmente, si es bueno, ya lo conseguirá con los recursos cinematográficos de los que dispone (por ejemplo, la famosa escena de las ostras y los caracoles). Ahora bien, como dice Nevermore!, también está la impresión/sensación personal. Pero yo me pregunto: ¿esa sensación está ahí siempre alerta o sólo surge porque te la provocan? Totalmente de acuerdo con Alberto en lo de que el erotismo es una construcción; muy queer esa teoría; y si nos ponemos, hasta el sexo es una construcción. Evidentemente, como he dicho antes, el cine es un código, por lo tanto, una construcción; ese código tiene sus propios mecanismos de acción y sus propias convenciones, convenciones que vamos aprendiendo desde chicos con el simple e inocente, ¿inocente? acto de mirar. Cuando, ya adultos, nos paramos en un blog y empezamos a reflexionar, empiezan a salir todos esos pequeños códigos que hemos ido absorbiendo y asimilando. Nuestra mirada no es pura, afortunadamente. No puede existir, al menos en tíos que saben escribir y reflexionar, una mirada libre de lo que, a lo mejor sin saberlo, hemos ido construyendo y nos ha conformado como espectadores. Y por último, en cuanto a la energía sexual de Brad Davis, pienso que como toda energía, paradójicamente, al consumirse produce otra clase de energía. Me explico. Brad Davis, y con esto englobo al esqueleto y la carne que recibe ese nombre y que encarna-nunca mejor dicho-unos personajes, tiene, creo, una energía, por llamarlo de alguna manera, muy masculina, tiene algo, ese algo es lo que buscan los directores de casting; ese algo que él tiene, lo proyecta hacia fuera (el cine es proyección) y nosotros, los espectadores, lo recibimos y lo reconvertimos en energía o tensión erótica. Si no estamos allí, esa energía se pierde. Creo que, como decía ayer, la cuestión del homoerotismo es una cuestión de tensión entre lo que hay en la pantalla y lo que hay en el patio de butaca. Quizás la cuestión sea definir e identificar lo que sea esa tensión. Bueno, y por último, y esta vez es de verdad; la cuestión de la vida privada de los actores. Creo que sí influye. Pero influye de varias maneras: caso de rRupert Everet, encasillado en papeles de gays (que es otra cuestión, ¿hay papeles de gays como si ser gay fuera algo equivalente al galán, al malo, al bueno, al gracioso, a la pava…?). Pero se me viene a la cabeza el caso de Rock Hudson, cuyos personajes eran el modelo del heterosexual americano de los cincuenta/principio de los sesenta. Bien es verdad que entonces no se sabía ¿o sí? Pero ¿hay algún actor actualmente en la misma situación de Rock Hudson? ¿Tom Cruise, por ejemplo? Exceptuando Entrevista con el vampiro, donde sí había una ambigüedad consciente y amanerada, no me resultan sus personajes muy gays, pero tampoco lo he pensado mucho. En fin, pensaré más sobre la cuestión.

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  5. A mi, una película que me pone especialmente malito, y que tiene un valor añadido por ser española, es “Young Sánchez” de Mario Camus, de 1963.No sé si la habreis visto (me voy a leer más despacio todo lo que habeis escrito, MUY MUY INTERESANTE, de verdad)

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  6. Hay tantas ideas aquí que lo único que voy a intentar es resumir. Muchas cuestiones darían para discusiones independientes (por ejemplo, la discusión sobre Brad Davis y el último párrafo de Serafín los aparco para un tema sobre la relación entre actor, estereotipo y papel), así que sobre todo voy a centrarme en la pregunta original sobre si existe algo que haga la mera representación cinematográfica del cuerpo masculino (dejamos pendiente la discusión del cuerpo femenino) en un cuerpo homoerótico.a) Sobre el homoerotismo como cualidad objetiva o subjetiva: uno de los problemas centrales del libro, del que depende la metodología aplicada. Sigo sin tener una buena respuesta, PERO desde el principio de los blogs he intentado introducir la idea de que no se trata de si algo ES homoerótico o gay (cuestiones individuales, subjetivas, a veces solipsistas), sino de si algo es POTENCIALMENTE homoerótico o gay. Soy consciente que el nuevo concepto (“potencialidad”) es escurridizo, pero creo que ayuda a poner orden en muchas cosas dichas aquíl. Buscaremos miradas, contacto físico, algo que sugiera emociones, afecto, etc. No creo que en estas cuestiones se pueda aspirar a una “objetividad” científica. Podemos ver que ciertas maneras de ver las cosas estaban en el ambiente y podían ser activadas. Y aquí vemos muchos ejemplos por parte de Pon, de Serafín e incluso de Nevermore. Creo que vuestras ideas NO son sólo individuales, pero que tampoco son “objetivas”. Hay una “subjetividad compartida”. Aquí, sin duda, intelectualizamos la cuestión. Quizá en exceso. Pero si no la intelectualizamos no la podemos discutir: todo queda en anécdotas de las que no podemos sacar conclusiones.b) Esto enlaza con la idea de que el deseo es personal pero también cultural. Cada época genera sus modelos de deseo. Cada subcultura dentro de una época genera su repertorio de modelos de deseo. Esto no significa que a alguien no le pueda parecer sexy, digamos, el padre Apeles. Claro, el deseo puede ser tan individual y absurdo como esto. Pero al mismo tiempo hay modelos de deseo (nunca únicos) que predominan, cubren un amplio espectro y que se utilizan como estereotipos para representación mediática y el cine en concreto. El cine es un arte de mínimo común denominador. Colin Farrell aparece en una película como objeto del deseo creíble, Jack Black no. Aunque por supuesto hay gente que prefiera al segundo por encima del primero. Esto son estereotipos, cierto, pero yo aquí sigo bastante a Richard Dyer: los estereotipos nos enseñan a ver el mundo a la vez que lo simplifican. Y en realidad estoy de acuerdo con lo que dice Pon: el deseo es mucho más profundo que todo esto. Lo que pasa es que yo añadiría que “la representación” del objeto del deseo (es decir, cuando el deseo toma forma en textos populares) no lo es. En este sentido, hay modelos de cuerpo machaconamente producidos dentro de la cultura gay que sólo en los últimos años han pasado a la cultura hetero. Como decía, la discusión sobre la situación actual de inflación de yougurines y musculocas para homos y heteros queda para otro momento.c) En cualquier caso, clarifico, yo no hablaba simplemente de que un cuerpo sea homoerótico o no. Me refería también (y sobre todo) a cuestiones de narrativa y de puesta en escena. Sobre lo segundo, una anécdota. La primera vez que pensé que Bryan Singer podía ser gay fue con un plano de Apt Pupil (estupenda película que aquí se llamó, creo, Verano de corrupción). Brad Renfro aparecía en la cama, pecho desnudo, envuelto en luz artística, suave. Todo ello era “innecesario”. Esto insertaba en la relación entre Ian McKellen y el muchacho un nivel que, a mi juicio, no está en el guión (aunque no me extrañaría que estuviera en el relato de Stephen King). Como director gay, Singer había sabido ver posibilidades que podían hacer aquella relación más creíble.d) Finalmente, sobre lo de la amistad, el western, y el homoerotismo de ciertas situaciones. Estoy de acuerdo con vosotros, sin lugar a dudas, en que NO TODAS las relaciones entre hombres, ni siquiera todas las relaciones de amistad intensa pueden o “deben” leerse en clave homoerótica (aunque sospecho que todas “pueden” leerse así por parte de gente que lo necesite, lo desee o se le antoje). De nuevo estamos caminando por un terreno entre lo subjetivo y la (imposible) objetividad. Me hago a mí mismo la reflexión de que voy a tener que justificar cuáles merecen atención y cuáles no. Por volver al tema de Dos hombres y un destino. Yo estoy con Serafín: a mi personalmente no se me hace homoerótica para nada (Robert Redford sólo me ha parecido homoerótico en Tal como éramos, y eso porque tiendo a identificarme con Barbra Streisand. Embarazosa confesión. El guionista también era gay, lo cual puede que ayude también). PERO he leído en algún ensayo que el personaje de Katharine Ross se introdujo (y se reforzó) porque el guionista tenía miedo de que la gente pensase que había “algo” entre estos dos (es bien cierto que en la trama no cuenta para nada. Se sugiere la idea de triángulo, pero no conduce a nada dramáticamente). Así que el pánico homosexual estaba presente en la mente de los creadores, con lo cual es algo que quizá debería mencionar. Ya digo, es una cuestión que necesita más reflexión: lo que vemos realmente, lo que han visto otros, y lo que queremos ver, y hasta qué punto un estudio sobre “los gays” (hablando de términos escurridizos…) como espectadores tiene que tenerlo en cuenta todo o ser muy riguroso, con lo que se excluye probablemente un buen porcentaje de auténticas reacciones a películas. De ahí que esté utilizando los cuestionarios y las entrevistas como base.Como digo, lo de los actores, el papel y el estereotipo queda para otro tema.¡Gracias!

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  7. Bueno. Veamos. La verdad es que yo creía que tenía, sobre este tema, las ideas relativamente claras, pero después de leer tu último post, Alberto, tengo, nunca mejor dicho, la picha hecha un lío. No me ha aclarado mucho este último post. Supongo que de eso se trata: de cuestionar nuestras reflexiones para intentar llegar a algo clarificador. La cuestión del homoerotismo es ciertamente compleja, porque habría que empezar definiendo qué es el homoerotismo, qué es lo homoerótico, y quizás ahí nos topemos con lo que dice, creo Pon, sobre lo profundo del deseo. ¿Pero y si en vez de pensar en términos de homoerotismo pensamos, no nos resultará difícil pues es un ejercicio intelectual y en que no estamos implicados emocional ni estéticamente, en heteroerotismo? No sé; quizás lo homoerótico es lo mismo pero de signo igualitario. Lo digo por si nos aclaramos o me aclaro yo mismo.El matiz que tú siempre has querido hacer notar, Alberto, el de la potencialidad, creo que se mueve aún más en ese terreno resbaladizo y poco aprensible. ¿Cuándo es un cuerpo masculino potencialmente homoerótico? Mejor dicho ¿Cuándo es un cuerpo masculino que aparece en una pantalla potencialmente homoerótico? Supongo que cuando es capaz de despertar ese deseo homoerótico. ¿Hay algo o algunas características o circunstancias que hacen que un cuerpo que aparece en una pantalla resulte homoerótico? Creo que sí. Y al decir esto lo relaciono con tu afirmación de que hay una subjetividad compartida. Me parece muy interesante. Realmente los gays que vemos cine tenemos algo en común: somos gays. Y esto que puede parecer, y lo es, una obviedad, creo que es clave/llave para entender (je je) algunas cosas.Si utilizas un método científico yo creo que sí te pueden resultar interesante conocer las “anécdotas” que nos ponen a los gays (y supongo que para eso están las encuestas); quiero decir que si una gran mayoría coincidimos en algo, será justamente por algo; ahora se trata de que lo identifiques. Aunque a lo mejor la cuestión es más compleja.En fin, citas a Richard Dyer al que desconozco pero me gustaría conocer, momento que aprovecho para que, si te parece oportuno, des alguna bibliografía sobre el tema.Y por último, me he incorporado un poco tarde a este blog, y me resulta muy interesante algunos de los puntos tratados anteriormente, así que espero poder hacer algunos comentarios, aunque vaya algo retrasado.

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  8. Tienes razón: me proponía simplemente resumir argumentos, pero me doy cuenta de que hay una parte que no está clara.En estos momentos la estructura del trabajo no está clara, pero veo que habrá varias líneas de desarrollo siguiendo un poco las secciones que se van tratando aquí. Una bien podría ser cómo se construye una mirada homoerótica.No, no me propongo llegar a una doctrina y fijar qué es homoerótico y qué no. Lo que sí me gustaría es encontrar una manera de introducir el homoerotismo en mi libro sin caer en la subjetividad absoluta. A mí me ponen William Holden y Brad Davis y no me ponen los Tadzios de cualquier pelaje. Pero lo cierto es que también los Tadzios han sido tratados como objetos homoeróticos. Y los tadzios morenitos por Pasolini. Por eso buscaba puntos de anclaje “objetivos” para una mirada que no lo es. Un poco a lo loco mencionaba que el homoerotismo puede construirse: a) en la puesta en escena (a través de un tipo de posicionamiento, de iluminación); b) mediante referencias a tradiciones iconográficas relacionadas con la cultura gay (toda la cosa marinero-motorista-musculoca, etc da lugar a estereotipos visuales). Esto se solapa con lo anterior; y c) en la narrativa, presentando un cuerpo masculino como objeto de la mirada de la cámara (más o menos vehiculada por otros personajes, por necesidades de estructura dramática). Aquí el caso de Stanley Kowalski (Un tranvía llamado deseo) viene a la mente. Lo siguiente sería hacer un estudio concreto de casos. Por qué en tal película creo que el tratamiento es homoerótico, por qué no. Pero habrá que dejarlo para más tarde.También me doy cuenta de que (incluso en mi mensaje) mezclamos dos cosas distintas, y quizá habría que establecer una nueva diferencia entre “homoerotismo a dos” (entre personajes) y un homoerotismo que funciona privadamente entre la cámara y el espectador.Para sugerencias de libros y tal, lo hago en otro post. De hecho el siguiente menciona algo así. Sobre homoerotismo se ha escrito poco, pero Richard Dyer, uno de mis héroes, tiene un artículo (que ha aparecido, por ejemplo, en la recopliación Only Entertainment) que se llama Don´t Look Now: Instabilities of the Male Pick Up, que me resultó inspirador. Otro que escribe sobre los problemas de una mirada homoerótica es Mark Simpson, que tiene una recopilación de ensayos titulada Male Impersonators que se lee muy bien. Y Thomas Waugh tiene un artículo titulado The Third Body que acabo de traducir para un número extra de Archivos de la filmoteca, así que pronto estará en castellano. Hay más cosas, pero ya digo que lo comentamos en otro momento.Por supuesto comenta en otros argumentos, como lo recibo todo, iré a responder donde corresponda.Gracias

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