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En defensa de los musicales como cultura gay…

Hay ciertos géneros que estereotípicamente se asocian con los homosexuales. Entre ellos destacan los musicales y los melodramas de mujeres. Y como los estereotipos suelen limitar la percepción que nuestra sociedad tiene de lo que significa ser homosexual, pues mucho s de vosotros rechazáis, a veces con desmedido énfasis tal asociación. A la asociación entre gays y musicales, por ejemplo, la respuesta más común es “pues yo soy gay y los musicales me parecen estúpidos”. Esto yo lo traduzco como “el hecho de que sea homosexual no quiere decir que tenga que pertenecer a ninguna categorización sencilla”, y tenéis más razón que un santo. Hay homosexuales del PP (S.F., de la villa y corte, pongo s ólo las iniciales porque no sé si está fuera del armario, a veces estas cosas son difíciles de distinguir, cuando uno se encuentra en su presencia automáticamente asume que es IMPOSIBLE que lo suyo sea secreto), hay homosexuales a quienes gusta el fútbol (Eduardo Mendicutti) y, en general hay homosexuales de todo tipo. Pero el desprecio generalizado por ciertos bastiones de la cultura gay cinéfila, que es signo de identidad de esta generación (después de todo cada generación se define frente a y contra las anteriores) es un poquillo exagerado. A mí no me va la persecución contumaz de efebos helénicos, pero lo considero parte central de la cultura gay internacional.

Otra cosa, mucho más complicada, es explicar la relación histórica entre estos géneros y los gays. Lo del melodrama si os parece bien lo dejamos para otro momento. En lo de los musicales hay que empezar hablando de una tradición que se desarrolla desde la propia producción. Entre quienes se han dedicado a “hacer” musicales (gente que ha escrito música, letras, libretos, coreógrafos, decoradores, figurinistas, estrellas, directores de escena) el número de homosexuales brillantes es muy superior al de otros campos artísticos. Para Mann, en Behind the Scenes, esto se debe a que un homosexual podía sentirse mucho más cómodo en determinados departamentos de los grandes estudios que en otros. Dado que, por ejemplo, en la Unidad Freed de la Metro durante los cincuenta, la presencia de homosexuales en diversos grados de armarización era aplastante, es normal que otros acudieran allí o fueran contratados por los jefes. Así, una imagen estereotípica (los homosexuales se ven como más dotados para la frivolidad de un musical que para los westerns) acaban convirtiéndose en una realidad.

Pero hay también intentos de explicar que la relación entre nuestra situación y los musicales es mucho más profunda. Ya Richard Dyer, hablando de un tema similar, decía algo así como “it´s very us”, que me parece un resumen perfecto de la situación. Tanto Brett Farmer, en Spectacular Passions, como Alexander Doty en Flaming Classics justifican la cultura camp como expresión lógica de la situación del homosexual en la sociedad homófoba. Y esto no tiene por qué resultarnos incómodo. Ya sé que os preocupa la estereotipación, pero la solución contra el estereotipo no ha de pasar por negar nuestra cultura.

Una cosa que me parece interesante es cuántos ejemplos, sobre todo en Broadway, están protagonizados por un personaje de una originalidad irreprimible, que a veces le resulta problemática, pero que acaba “saliendo del armario” o expresando ruidosamente esa diferencia. El efecto es liberador.

Habría así toda una serie de rimas entre la estética que se manifiesta en los musicales y la experiencia gay, entre ese contraste tan interesante entre historia “en prosa” y explosión coreográfica. El musical interrumpe una narrativa para porrumpir en un momento de expansión, algo que supongo que nos recuerda a la necesidad que teníamos de expresión quienes crecimos en las garras del gris heterosexismo. El escapismo es parte sustancial de la estructura del género. Por no hablar del énfasis en la estética, el color, los decorados, o de los cuerpos en movimiento de los bailarines o el desarrollo de una mirada de placer voyeurista que no tiene nada que ver con la narrativa.

Como siempre, puedo apoyar esto con una experiencia biográfica, aunque, esta vez sí, me consta que muchos compartís actitudes similares. Menos mal. No me gustaría ser el único homosexual que queda con estas veleidades. Lo cierto es que para mí, salir del armario como amante de los musicales ha sido paralelo a salir del armario como gay. A pesar de que recuerdo que me gustan los musicales incluso desde antes de ser consciente de cualquier tipo de sexualidad (tengo recuerdos de ir a ver musicales de Conchita Velasco a los seis años), lo cierto es que con la adolescencia ese gusto se fue armarizando porque no estaba bien visto. De adolescente no expresaba ese gusto para que nadie “pensase” que era gay. Lo interesante de esto es que al final se trata de aceptar placeres que no están muy bien vistos en mi entorno. Los musicales y el sexo con tíos. Dado que en la vida uno ha de entregarse a tantos placeres como sea posible, por qué negarse algunos de ellos simplemente porque están mal vistos. Descubrir el gusto por los musicales puede ser parte de encontrarse a uno mismo.

Así, de verdad creo que si a los gays nos gustan los musicales no es por un defecto de gusto, es porque nos lo podemos permitir, es nuestro privilegio: una vez hemos decidido enfrentarnos al orden heterosexista no cuesta nada dar un paso más y aprender a disfrutar las películas que ponen nerviosos a los machos heteros. Hay una canción de La Cage aux Folles (que Gloria Gaynor convirtió en éxito dicotequero) que dice algo así: “And so what if I like each feather and each spangle… why not try to see things from a different angle” (“Y qué si me gustan las plumas y las lentejuelas, por qué no tratar de ver la vida desde una perspectiva distinta…”). Pues eso.

¿Alguna experiencia con musicales? ¿Algún musical que tenga un lugar especial en vuestro corazón?

Cosas como El pirata, Camelot, Las chicas de Harvey, Noches en la ciudad, Una cara con ángel, Grease, South Pacific, Desfile de Pascua, Rocky Horror Picture Show, La calle 42, Cabaret, El mago de Oz, Ha nacido una estrella, Que no pare la música. O Sondheim.

12 thoughts on “En defensa de los musicales como cultura gay…”

  1. deudas que tiene la vida conmigo:
    – Angela Lansbury interprtando MAME en lugar de la inapropiada para aquel papel Lucille Ball
    – LA CAGE AUX FOLLES the musical nunca se ha rodado y no creo que se haga nunca, una pena
    – NINE una partitura magnifica y un tema intenso ya lo era el original de Fellini, nunca se filmó
    – JUDY GARLAND fue expulsda del rodaje de La reina del Oeste, la insufrible Betty Hutton la suplantó, hizo lo que pudo, pero nos quedamos sin Santa Judy
    – otro de mis preferidos CHESS gran partitura, tema dramatico, grandes posibilidads interpretativas, tampoco se rodará jamas
    – THE STUDENT PRINCE no existe en DVD, otra partitura de altura compositiva, un reparto excepcional tanto los protagonistas como los secundarios, solo existen copias mediocres de china y brasil, nunca en TV
    tengo varias docenas de “deudas” en la recamara, otro dia será

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